viernes, 11 de noviembre de 2011

¡Exíjanse un cambio, jueguen!

La visión de un logro es el mejor regalo
que un ser humano puede  ofrecer a otros.
Ayn Rand


Escribir en un día como hoy, 11/11/11, es todo un símbolo. Si además es para hacerlo sobre liderazgo educativo, el símbolo cobra todavía más sentido al intentar convertir un tema muy trillado en un tema fundamental y que requiere de verdad un impulso.
Cuando decimos liderazgo seguramente nos venga a la cabeza una imagen determinada, quizás una imagen relacionada con señores de traje y corbata que han recibido-impartido muchos cursos y másters sobre cómo ser un buen líder. Existen multitud de ejemplos en la red sobre liderazgo, como este vídeo:



Y esa visualización del liderazgo en general muy poco tiene que ver con el entorno educativo, donde por alguna razón nos resistimos a la utilización de estos términos. Es cierto que en los últimos tiempos comienzan a existir más actuaciones en la línea de crear un liderazgo educativo que nos permita avanzar, mejorar, involucrar y, sobre todo, cambiar.

Me gusta el lema del XI Congreso de EC: “Liderazgo Educativo: motor del cambio”, porque me inspira y me evoca algo que estamos demandando desde hace tiempo todas las personas que trabajamos en educación, un cambio. Pero ahora viene la pregunta clave, ¿cuál es ese cambio?

Desde hace unos cuantos años no paramos de oír muchos mensajes con respecto al cambio que han de sufrir las escuelas para la Sociedad de la Información y el Conocimiento: cambios de metodologías, cambios de roles, cambios de espacios, cambios de currículum... todos son ciertos, pero por alguna razón aún existe una amplia resistencia a dichos cambios. Hay resistencias de las familias, resistencias de los claustros, resistencias de los responsables políticos, de todos menos de los alumnos. Para ellos el cambio ya se está produciendo, de hecho están creciendo con él, y están convirtiéndose en una generación que cambiará a su vez las reglas del juego.

Pero seguimos resistiéndonos a esta evidencia, seguimos sin querer ver que tenemos la obligación de adecuarnos a nuestros alumnos y guiar su rumbo para su desarrollo y, en definitiva, una mejor sociedad.

Aquí es donde creo que el lema del Congreso ha dado en el clavo, porque el cambio se producirá si existe una maquinaria potente que lo impulse y que parte de los líderes, esas personas capaces de transmitir una visión, impulsar entusiasmo y motivación en el día a día. Pero, ¿quiénes son esas personas?



Estoy leyendo un libro que es una fábula sobre el liderazgo, se titula “El líder que no tenía cargo” de R. Sharma (http://www.youtube.com/watch?v=Y5O7GYp3quw), y me está gustando su planteamiento porque creo que libera de la tensión que suele acompañar al término “líder”, creo que propone algunas ideas que me permito exponer aquí:

1.  “Todos llevamos un líder dentro que está deseando que lo liberen”. El primer aspecto que me llama la atención es que no necesitamos tener un cargo para ser líder, y que cada uno lleva un líder dentro de sí mismo, porque el liderazgo se basa en la visión de algo, en la capacidad de ver un futuro, algo que no se ve con la contemplación de la realidad. Soñar una escuela diferente es algo que llevamos haciendo mucho tiempo mucha gente.
2.  “Estimula a tus compañeros”. El liderazgo tiene que ver con la excelencia de tu trabajo y de tu comportamiento, estimulando a cada una de las personas con las que trabajas y atiendes.
3.  “El éxito se crea mediante la realización de pequeñas disciplinas cotidianas que van amontonándose con el tiempo y producen logros que superan cualquier cosa que pudieras haber planeado”. Muy ilustrativo, ser capaz de crear éxitos del día a día es quizás lo que mejor sabemos hacer en las escuelas, pero quizás nos falta la unión, la dirección, organizar mejor nuestros esfuerzos por pequeños que sean hacia la consecución de nuestros fines.
4.   “Los mejores líderes jamás abandonan una buena idea sin hacer algo”. Todos tenemos buenas ideas, pero por alguna razón muchas de ellas las desestimamos pensando que son sólo utopías, cosas imposibles, o simplemente tonterías, lo que vale de una idea es su puesta en funcionamiento.

Es un resumen un poco pobre del libro, pero tampoco quisiera que la idea de este artículo se centrara en él, si no en lo que realmente significa impulsar un movimiento hacia un liderazgo educativo que promueva realmente los cambios que tanto tiempo llevamos soñando. Lejos de que suene a recetario, quizás haga falta hacernos las siguientes preguntas:

1.  ¿creen que podríamos convertirnos en líderes de nuestro sueño?
2.  ¿podemos estimular a nuestros compañeros, alumnos, familias... e implicarlos en él?
3.  ¿podemos compartir nuestros retos?
4.  ¿nos atrevemos a poner en marcha nuestras ideas?

Quizás responder a estas preguntas sea el comienzo del juego... 


Gema de Pablo

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