lunes, 21 de noviembre de 2011

Algunos apuntes sobre innovación

Llevo algún tiempo leyendo, estudiando y reflexionando sobre el cambio educativo y la innovación, viendo que hay muchas palabras escritas sobre ello, pero pocas acciones concretas que lo hagan realidad. He llegado a la conclusión de que no hay recetas, sino ingredientes. El resultado final, sólo puede depender de cada uno de nosotros.
Cuando se piensa en innovación, siempre está presente el tema de la tecnología, no por ser la única fuente de innovación sino por ser la que más ha impactado en nuestra sociedad actual. Pero aquí tampoco hablaré de tic ni de tac[1]. Porque hoy es este un tema innovador, pero ¿y mañana?
Estamos tan acostumbrados a la presencia del cambio que rara vez nos paramos a pensar qué significa realmente y cómo afecta a lo que hacemos. Una cosa es conocer los factores y las situaciones que causan el cambio, o que lo impiden, y otra muy distinta es saber qué hacer con ese conocimiento.
A pesar de nuestros idearios, de todo lo que recogen nuestros proyectos educativos, corremos el serio riesgo de que nuestra escuela quede desfasada en un mundo en cambio continuo y acelerado. El conocimiento científico se multiplica cada pocos años, por lo que la escuela no puede seguir enseñando de forma perenne casi los mismos saberes y del mismo modo que a principios del siglo pasado. La sociedad se ha transformado de forma profunda en todos sus ámbitos constitutivos y la escuela ha de responder de la mejor manera posible a estas nuevas demandas y desafíos.

En mi opinión, el dilema no es si innovar o no innovar. La innovación es un cambio necesario que se produce porque la sociedad cambia, las organizaciones cambian y las personas, sus relaciones y sus acciones y resultados necesitan cambiar (Gairín, 2001). El reto hoy, es cómo hacemos para innovar más rápido y sistemáticamente sin perder nuestra esencia y perspectiva. De acuerdo con mi experiencia, la mayoría innovamos “al chispazo”. Es decir, la innovación es prácticamente un acto al azar, una chispa que salta de vez en cuando en la mente de ciertas personas. Si estas personas se van, la innovación desaparece. Es decir la innovación no es una capacidad que se gestiona y sistematiza.

El reconocimiento de las transformaciones permanentes a las que están sometidas las organizaciones, plantea la posibilidad de que esas transformaciones puedan ser previstas y planificadas, y ser el vehículo más adecuado para mejorar; surge así la conveniencia de establecer un desarrollo racional de las organizaciones y convertirlas en organizaciones que aprenden. El desarrollo organizativo debe facilitar generar una capacidad de respuesta al cambio que le permita sobrevivir con eficacia ante las nuevas realidades.

La innovación educativa, curricular u organizativa se puede plantear  así como una constante búsqueda de respuestas a la pregunta sobre qué cambios son necesarios y deseables que tengan para nuestros colegios en la sociedad del conocimiento, en relación al aprendizaje permanente a lo largo de toda la vida, de la globalización y sostenibilidad, de los derechos humanos, de la multiculturalidad, de la integración de personas y pueblos, del reconocimiento de la diversidad, de la cohesión local, nacional e internacional, del uso de las nuevas tecnologías en educación, etc.

Se dice que progreso es cambio, pero cambio respetuoso que integre el pasado, si queremos ganar la batalla del futuro. Todo ello nos lleva a no desear cualquier “cambio”, sino un cambio basado en la calidad, la equidad y la inclusión. Para ello, para la implantación de este cambio, es necesario que exista una estrategia clara, basada en el aprendizaje.

Debemos dejar de pensar que la innovación es algo esotérico, abstracto y dificil de implementar. Existen procesos, herramientas y prácticas para que las organizaciones puedan innovar sistemáticamente y hacer de la innovación parte del trabajo de cada uno de sus colaboradores. Lo único que hay que tener para innovar es la voluntad para ponerla en práctica.

Para ello es necesario organizar bien el proceso. Es necesario que reformulemos nuestro carácter propio, hacer que sea la columna central, señalando unas líneas clave, estratégicas y crear un escenario propicio para esta transformación, para esta innovación que los tiempos nos demandan, pero sin perder nuestra propia identidad.
   
@marmarmur - Mar Martín Murga (Equipo de Titularidad Compañía de María)

[1] TIC (Tecnología de la información y comunicación) y TAC (Tecnología aplicada al conocimiento)

No hay comentarios:

Publicar un comentario